martes, 24 de noviembre de 2009

LINARES. 25 de noviembre. Lectura de poemas en Arrayanes contra la violencia de género.

16.30 horas de la tarde.
Aparco el coche en un trozo de aire. Cercano a un grupo de mujeres que esperan, todas, con un globo morado en la mano.

Mi amiga Isabel Cortés me sonríe y me abraza. No hay bienvenida más bella.

Ella coordina la asociación de mujeres Yerbabuena de Linares. En general es de mujeres pero trabajan con todos los colectivos (la zona donde operan no se puede permitir sexismos, aunque abunden a patadas).

A Isabel, cuando anda, se le caen los trozos de corazón a chorros, como si tuviera siempre energía e ilusiones de repuesto. No puedo irme a Palestina a jugar con los niños y no estar a su lado aquí. Uno no ha de salir de su ciudad para ver.

El acto es precioso y, cuando sueltan los globos con frases calladas que nadie dice, me emociono.

Antes he leído un poema que pego aquí. Muchas de las mujeres que me oyen no saben leer y me agradecen que vaya.
Yo, les
agradezco a ellas que me inviten y,
que después del acto,
me cuenten su vida.
(Por llamarle de alguna forma a lo que algunas han vivido... )

Decido escribir un libro con el testimonio de una de ellas. Un diario del calvario.
¿pero sabéis por qué decido escribirlo?

Porque ella, no sólo puede contarlo sino que ha tenido los santos cojones de salir del infierno...

Vuelvo a casa y mi pareja me abraza.
Hoy,
agradezco tanto ese abrazo que
quisiera pedirle que
me abrazara por todas las mujeres
que nunca lo
han sentido...

Y aquí va el poema, en honor a las mujeres de Arrayanes que me han oído hoy:


Ella se cae al suelo sin saber
qué fuerza la arrancó de la silla.
Él se sienta encima de sus pechos
para orinarse entre sus lágrimas.

Ella tiene la cara fija
en la vergüenza y el amor.
La bofetada
le ha roto la vida.

Se encogerá dentro de sus piernas
para no empaparse de sus gritos.
Ya no oye nada,
solo el silbido de su cremallera.

Él montará su futuro
hasta gastarlo.
A ella no le quedará
ni un sueño barato entre las piernas.

Mientras dure la montura
en su perdido juicio,
le llenará el oído
de crueldad,
y la bañará
de saliva borracha.

La luz se muere
en su pelo
y bebe la baldosa
la sangre de su cuerpo.
Ella no llora,
se le secaron los sueños.

Mañana,
en la tienda que hace
esquina con su vida,
al comprar el pan,
la miraran
los codos de las vecinas.

Ella esconderá su desprecio,
para vestirlo de perdón.
Él la esperará a la salida del trabajo,
con la sonrisa de:
lo siento,
eres
mi
posesión.



yolandarota

3 comentarios:

  1. esto es precioso niña..:

    Ella no llora,
    se le secaron los sueños.

    muy bonito,,

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  2. Duele leerlo, de la fuerza que has conseguido imprimir a tus palabras. Un abrazo.

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